Las Posesión de Armas en Estados Unidos, Obsesión o Derecho?

Martin Saps: Published in Semanario Hebreo

Las últimas estadísticas muestran que en Estados Unidos hay más armas que habitantes. La producción de armas de Estados Unidos se duplicó en tan solo cuatro años. El aumento de la producción y tenencia de armas ha llevado a una acalorada discusión entre los proponentes del derecho irrestricto de los ciudadanos a la tenencia y compra de armas, incluso armamento de guerra, y aquellos que sostienen que la tenencia y compra de armas debe estar acompañada de ciertas restricciones.

Luego de la masacre de Orlando de junio de este año, en la que un hombre inspirado por el Estado Islámico mató 50 personas en una discoteca gay, políticos americanos izquierdistas nuevamente intentaron pasar una ley restringiendo la tenencia de armas. Esta vez, su propuesta fue limitar el acceso a las armas a personas incluidas en la lista de sospechosos del terrorismo, ya que Omar Mateen, el asesino de Orlando, logró comprar la metralleta automática a pesar de encontrarse en esta lista. Sin embargo, igual a previos intentos legislativos de restringir la compra de armas, el intento resultó infructuoso.

Ante la aparente obviedad de que es necesario limitar la compra de armas a personas con conocida intención de dañar civiles, la pregunta que surge para el extranjero es porqué una persona en su sano juicio se opondría a tal legislación; prevenir que la gente sospechosa de terrorismo consiga armas parece sumamente lógico. Pero esa consideración no parece tan obvia para los congresistas republicanos, cuales expresan que tal legislación violaría los derechos civiles constitucionales de la Segunda Enmienda. La Constitución Americana considera la tenencia de armas como una forma de ejercer el derecho a protejerse. Además, los padres fundadores del Estado consideraban fundamental que todos los habitantes tuvieran acceso a un arma en caso que el gobierno se tornara tiránico como el gobierno inglés del cual se habían liberado recientemente. Consecuentemente, desde el punto legal, tener un arma en Estados Unidos es considerado un derecho ciudadano y no un privilegio. Por esto, retirar el derecho de comprar un arma a un ciudadano por el mero hecho de ser sospechoso de un crimen violaría las garantías constitucionales. Tanto como la constitución asegura la libertad de expresión, también ve al derecho de tener armas como una parte de ser un ciudadano libre; como resultado, la sociedad solo puede quitar ese derecho en caso de ser culpado de un crimen.

Estos conceptos sumados a las repetidas masacres de civiles que han ocurrido en EEUU han llevado a la falsa percepción que en Estados Unidos, toda la población anda armada. Sin embargo, en las zonas urbanas, la mayoría de las personas no portan armas y en muchos casos ven la tenencia de armas como algo extraño; con respeto a las armas, los habitantes de los grandes centros urbanos de Estados Unidos tienen la misma actitud que el resto del mundo.

La discusión es vista en forma distinta, fuera de las grandes ciudades, lo que vuelve todo intento a limitar la tenencia de armas aún más complejo. En estas zonas, las armas son parte de la cultura tanto como lo es el fútbol americano, las hamburguesas y la cerveza. Esta cultura no ve las armas como instrumentos para matar, sino como objetos recreacionales, usados para disparar al blanco y cazar animales. Por esto cuando políticos menos conservadores, quienes tienden a vivir en o alrededor de las ciudades, hablan de restringir las armas, la gente del campo se tornan defensivos y la discusión pierde su sutileza. Los habitantes de zonas rurales piensan que estos políticos izquierdistas no entienden su cultura y que al restringir la compra de armas, buscan atacar y cambiar su forma de vida. Para ellos, y para otros que defienden el derecho a comprar y portar armas, las armas no matan, sino la gente que las usa lo hace. Según ellos, en los sitios donde la gente porta armas hay menos muertes humanas debidas a las armas que en sitios donde se limita su uso. Todo esto lleva a que amplios sectores de la población combaten cualquier intento a restringir las armas, diciendo que viola la Constitución y que los políticos del partido Republicano (al cual la gente del campo tiende a votar) voten de la misma manera.

La cultura de las armas que existe en el campo estadounidense da a una población que reacciona a cualquier intento de poner la más mínima y sensata restricción impide pasar ninguna enmienda a la ley. Esto lleva a que, por ejemplo, sea legal y comprar metralletas automáticas fácilmente y en la mayoría de los estados, andar armado en la calle. Y si bien este debate y algunas de las leyes parecen irracionales para el común de la gente de Estados Unidos y del exterior, la combinación de la defensa ante cualquier circunstancia la Constitución y la falta de diálogo por parte de sectores antagónicos que se temen y desconfían mutuamente lleva a una situación en la que cualquier persona que así lo desea y sin importar el motivo, pueda comprar y portar armas por las calles de Estados Unidos.

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“No Fly, No By” and the Second Amendment